Una oportunidad para detenernos a pensar sobre la importancia del Jugar por Jugar, como expresión de la cultura; como experiencia fundante en el desarrollo de las infancias; como espacio de encuentro y transmisión intergeneracional; como oportunidad para investigar y conocer; como modo singular y único de relación con el mundo, con les otres.
El 27 de septiembre se celebra en la Ciudad de Buenos Aires el “Día del Derecho a Jugar”. ¿Por qué esta fecha?
En 1990, Argentina ratificó la Convención Internacional sobre los Derechos del Niño, al sancionarla como Ley Nº 23.849. En el año 1994, a su vez, le otorgó rango constitucional al incorporarla en el artículo 75, inciso 22 de la Constitución de la Nación Argentina.
En el año 2005, a través del Decreto N° 1436/05, se decidió conmemorar la primera fecha estableciendo el 27 de septiembre como el «Día del Derecho a Jugar».
En el Artículo 31 de dicha Convención Internacional sobre los Derechos del Niño, adoptada por la Asamblea General de las Naciones Unidas el 20 de noviembre de 1989, se establece que “Los Estados Partes reconocen el derecho de los niños al descanso y el esparcimiento, al juego y a las actividades recreativas propias de su edad y a participar libremente en la vida cultural y en las artes”. Sostiene, además, que “los Estados Partes respetarán y promoverán el derecho de los niños a participar plenamente en la vida cultural y artística y propiciarán oportunidades apropiadas, en condiciones de igualdad, de participar en la vida cultural, artística, recreativa y de esparcimiento».
Por su parte, la Ciudad Autónoma de Buenos Aires dictó posteriormente desde su Legislatura la Ley N°114 de Protección Integral de los Derechos de Niños, Niñas y Adolescentes, reconociendo en su Artículo 30 el derecho de la infancia a la recreación, el juego, el deporte y el descanso.
Algunos de los propósitos de la celebración de este día están vinculados a promover el derecho a jugar y concientizar sobre la importancia de su desarrollo en todos los momentos de la vida, principalmente en las infancias; resaltar su valor psicofísico y social que nos constituye de manera integral; y alentar las políticas públicas que tienen por objetivo su concreción, democratizando su acceso y su cumplimiento para todes.