Después de semanas llenas de expectativas se abre el portal una vez más. Esta vez, nuestres amigues, familiares y compañeres están invitades. De repente, toda la ansiedad y el nerviosismo que reinaban minutos atrás parecen esfumarse y estamos todes ahí, en este lugar que sabe ser nuestra casa por las tardecitas durante la semana, recibiendo a nuestres invitades para que se sumen a nuestra aventura. ¿El objetivo? Derribar los mitos del juego. ¿De qué forma? JUGANDO. Y quizás esta palabrita nos acerca la idea de que jugar es nada más y nada menos que un derecho.
Mariana Morán cuenta un poco cómo fue el recorrido hasta llegar a la expo y lo que significó para ella: “Fue un espacio donde pudimos trabajar dinámicas, juegos, situaciones lúdicas de manera grupal, donde cada integrante aportaba sus ideas, experiencias, ganas de trabajar y construir, intentando derribar los mitos clásicos del juego. Fue un encuentro de diferentes emociones que fueron fluyendo desde el armado hasta la puesta en marcha”. Ludmila Chele agrega: “Fue un momento muy productivo el sentarnos a formar nuestro proyecto y poder, de esa forma, conocernos más y transmitir a través del juego qué mito deseábamos romper”.
Para algunes esta experiencia fue el primer pasito en el camino de la coordinación, mientras que para otres fue un reencuentro. Sin embargo, para todes fue un momento que se vivió con mucho amor y a pura sonrisa. Gente por aquí y por allá, algunas muy abrigadas pescando palabras en el polo, mientras a lo lejos se veía a otras tantas creando la ciudad de sus sueños. Al mismo tiempo, tanto una cueva como un campamento nos invitaban a poner a prueba nuestros sentidos, aprendiendo a “ver tocando”. Por allá, cerquita del patio, un grupito de extraterrestres nos ayudaba a reencontrarnos con nuestros recuerdos, mientras otros espacios nos invitaban a recuperar nuestros juegos de la niñez para pensar cómo influyen en la construcción de la identidad de género. Se veía gente haciendo música, bailando, susurrando algunos versos de Girondo o disfrutando una película breve mientras se comía pochoclo.
De un momento a otro empieza a escucharse la cuenta regresiva al grito de “Diez, nueve…” hasta llegar a cero. “¿Qué, ya se termina el viaje?”. “¡Pero yo quería seguir jugando!”. El tiempo parece haberse fugado. Pero no nos podemos despedir sin nuestro ritual de todos los martes: una danza. En ese momento, escuchamos a Dami Salaberry cantando “El rap de la ensalada”. Entonces, todes les participantes de la ExpoMitos 2018 fuimos por un instante tomate, lechuga y repollo.
Ahora sí, después de tantas emociones, llegamos al fin de este pequeño viaje, donde la reflexión, el compañerismo y el amor fueron los condimentos principales. Gracias a todes les que fueron parte de este momento tan importante para nosotres. En especial a Guille por ser nuestro guía en los primeros pasitos que damos en el mundo de la Recreación.
Estudiantes de Taller de Experiencias Lúdicas y Juegos
Tecnicatura en Tiempo Libre y Recreación