Santiago Maldonado en las aulas

Una de las tareas más importantes y menos frecuentes de los y las docentes del Nivel Superior es compartir sus experiencias educativas, particularmente en relación con temas de coyuntura. La desaparición forzada y posterior aparición del cuerpo de Santiago Maldonado instaló una discusión profunda en múltiples ámbitos educativos.
El modo en que el Gobierno nacional tomó una posición de defensa de la Gendarmería, las declaraciones de sus funcionarios y el tratamiento que hicieron los medios hegemónicos fueron algunos tópicos que irrumpieron en las aulas.

La respuesta fue espontánea. Profesional y pedagógica, pero espontánea. Muchos docentes del ISTLyR empezaron a preguntarse, junto con sus estudiantes, “dónde está Santiago Maldonado”. No se preguntaron si hablar del caso o no hacerlo. Empezaron a organizar sus contenidos, sus clases y trabajos prácticos en función de una realidad brutal que se imponía.

En el aula -ese ámbito un poco público, un poco privado, privilegiado para propiciar diálogos-, en los pasillos, patios, en la puerta de la institución y en las marchas, los docentes se plantearon estrategias pedagógicas para trabajar el tema en sus clases.
¿Cómo pensar el contexto político presente desde los contenidos de las carreras de Pedagogía y Educación Social y de Comunicación Social orientada al Desarrollo Local? Pero también, ¿cómo pensarlo desde el papel del educador? ¿Cómo educar, esto es, cómo dar la palabra desde marcos de orientación y contención, sin tener miedo ni generarlo?


Quienes trabajamos en ese campo vasto y móvil que se ubica entre la educación, la comunicación y la cultura entendemos que el escenario mediático, en tanto espacio público, constituye una arena de luchas de representaciones que “importan tanto como las luchas económicas para comprender los mecanismos por los cuales un grupo impone, o intenta imponer, su concepción del mundo social, sus valores y su hegemonía” (Chartier, 1990).

Remitirnos al análisis de las representaciones no implica, entonces, alejarnos de lo social y de lo educativo sino, por el contrario, localizar los lugares de enfrentamiento de esas representaciones tanto más decisivos cuanto menos inmediatamente materiales.
Varios docentes del Instituto, conscientemente a veces y otras de modo intuitivo, hicieron hablar al componente político y cultural de las representaciones. Porque sabemos, a menudo en términos teóricos y otras veces por la experiencia vivida, que las representaciones del mundo social se sustentan siempre en los intereses del grupo que las forja. Tomamos dos experiencias compartidas, entre muchas otras que fueron comentadas en la cotidianidad institucional.

En la materia Comunicación, Tecnología y Educación -de la carrera de Pedagogía y Educación Social- la docente a cargo, Mariela Madeo, propuso el análisis de la cobertura mediática del caso Maldonado y la realización de una producción por parte de los y las estudiantes.
El marco teórico desde el que se abordó el tema fue, justamente, el de las representaciones sociales, definidas como una herramienta del discurso que selecciona, jerarquiza, reorganiza, matiza, focaliza, subraya y fragmenta la realidad.
La propuesta de trabajo consistió en el análisis de las tapas de los diarios Página/12, Clarín y Crónica del sábado 21 de octubre, el día posterior a que la familia y el juez de la causa reconocieran que el cadáver encontrado era el de Santiago Maldonado.
En esa instancia, fueron abordados los mecanismos de selección/omisión, jerarquización y tratamiento desde el uso del lenguaje gráfico de cada medio, las distintas miradas y su vinculación con los intereses políticos y económicos que cada uno pone en juego, así como el contrato de lectura con su audiencia.

Clarín, por ejemplo, toma distancia del caso citando la afirmación de la familia “Es Santiago” y con una fotografía con un plano largo donde aparecen muchas personas, pero no se identifica a nadie.

Crónica, en cambio, tiene el fondo negro, la foto de Santiago mirando a la cámara (a nosotros) y titula “Era él”, en un llamativo color amarillo (el color asociado al PRO). En este caso, el diario también está de luto.

La actividad de producción consistió en la realización de un afiche para llevar a la marcha del 1º de noviembre, a tres meses de la desaparición de Santiago. Para esto, los alumnos y alumnas buscaron información sobre el caso, a la que sumaron la de las tapas trabajadas anteriormente.
Se produjeron tres afiches en los que se pusieron en el rol de productores de información y construyeron sus propias representaciones sobre el caso. En los tres hubo críticas a la cobertura mediática, pero cada uno adquirió un matiz distinto.
Los temas recortados fueron el pedido de justicia, la lucha de la familia, el caso como un reclamo de gran parte de la sociedad, el papel de los medios masivos en el encubrimiento del caso a favor de Gendarmería y la necesidad de seguir defendiendo los Derechos Humanos.
La puesta en común de los trabajos tuvo varios momentos. Uno, de análisis sobre el mensaje de los afiches de los otros grupos. Otro, de reflexión sobre el propio trabajo. Y una última instancia de metacognición, en donde se pensó todo el proceso realizado desde el trabajo con el marco teórico hasta llegar a la instancia de producción.

Otro caso al que nos acercamos por el “desorden” que provocó el tema en las clases del Instituto fue el de la materia Derecho a la Comunicación, de la carrera de Comunicación Social orientada al Desarrollo Local.

Al referirme a “desorden”, retomo una noción que recuperaba Jesús Martín-Barbero hace casi una década, cuando planteaba la existencia de tres ámbitos de desorden, de turbulencia y descentramientos del saber escolar. Para el autor, el más claro desordenamiento es el que introducen los medios audiovisuales y las tecnologías digitales al des-ubicar y des-centrar el saber de su doble confinamiento en el espacio de la escuela y en el tiempo del aprendizaje escolar (2000).

Esos saberes, que circulan cada vez más rápido y que muchas veces son importantes y socialmente valiosos, no le piden permiso a la escuela para circular por la sociedad. Pero las instituciones educativas pueden y deben recuperarlos. No tiene sentido hacernos los distraídos.

Mariano Carril, profesor de la asignatura, explica: “Si la cursada recorre el camino entre los tópicos ‘Derecho’, ‘Derechos Humanos’ y ‘Derecho a la Comunicación’, va de suyo que iba a quedar no sólo afuera sino en un lugar secundario, una situación que puso en discusión los límites de la capacidad del Estado para hacer cumplir los Derechos Humanos y la respuesta de la sociedad para exigir su cumplimiento”.

“Desde la materia Derecho a la Comunicación, hicimos un recorrido del caso a partir de considerar el derecho a la información y la comunicación como herramienta para el fortalecimiento de la participación, la democracia y la movilización de los actores sociales; y para prevenir y luchar contra los abusos del poder político-económico”, señala.

Con ese criterio, tanto en las clases como en el trabajo práctico de evaluación, pudieron deconstruir y poner en evidencia la falta de calidad informativa y de veracidad en los medios hegemónicos que tendieron a minimizar lo que aparece como una presunta desaparición forzada de persona.

“Analizamos desde la cándida elección de llamar a Santiago Maldonado como ‘el artesano’ -una forma de violar el derecho humano a que las personas sean mencionadas por su nombre- hasta el trasfondo del conflicto que da contexto a la represión y la desaparición, como el derecho a la tierra de los pueblos originarios”, indica.

“También pudimos ver el retroceso en materia de derecho a la comunicación con la derogación parcial de la Ley 26.522 -de Servicios de Comunicación Audiovisual-, que entre otras cuestiones fomentaba la creación y funcionamiento de los medios de comunicación de pueblos originarios y cómo la política de medios del actual gobierno deja expuestos a estos sectores ante el discurso de las corporaciones de medios más grandes del país”, concluye Carril.

Con estas dos experiencias nos aproximamos a la tarea que nos proponernos con frecuencia quienes trabajamos en Comunicación/Educación: pensar qué posibilidades abren los medios de comunicación, considerándolos espacios públicos mediatizados, para reinstalar el debate, la discusión acerca de las diferencias, del otro, del interés común, de la protección de los derechos, del cuidado y de la cultura.
Es apenas una aproximación, que deseamos invite a otros y otras a contar cómo enseñamos en tiempos en los que se espera que estemos en silencio y que renovemos nuestros viejos miedos. Preferimos invitar al diálogo en el aula, a debatir, a renovar nuestra capacidad crítica y de lucha material y simbólica, y a seguir preguntándonos qué pasó con Santiago Maldonado.

Profesora Mariana Bernal, Regente del ISTLyR

 

Referencias bibliográficas
Chartier, R (1990): “La historia cultural redefinida: prácticas, representaciones, apropiaciones”, en revista Punto de Vista, Año XIII, número 39.

Martín-Barbero, J. (2000): “Ensanchando territorios en Comunicación y Educación”. En Comunicación-Educación. Coordenadas, abordajes y travesías. Universidad Central de IUC. Bogotá: Siglo del Hombre editores.