Viaje de estudios a Rosario

Entre el 3 y el 5 de noviembre de 2017, impulsado por el Área de Extensión y Difusión del ISTLyR, se llevó a cabo el viaje de estudios al Tríptico de la Infancia en Rosario, una experiencia única en el país de gestión cultural para la primera infancia.

Tres estudiantes avanzadas de las Tecnicaturas en Recreación, Pedagogía y Comunicación, Laura Martín, Jésica Szyszlican y Marina Vera, acompañaron la experiencia y escribieron el diario que sigue. Esperamos que lo disfruten y se sumen y entusiasmen para próximos viajes.

 

Diario de viaje a otro mundo posible: el Tríptico de Rosario

3, 4 y 5 de noviembre del 2017, ISTLYR

USTED
Usted que es una persona adulta – y, por lo tanto- sensata, madura, razonable, con una gran experiencia y que sabe muchas cosas, ¿qué quiere ser cuando sea niño?
Jairo Aníbal Niño

Día 1: La llegada de algo nuevo
El viernes 3 de noviembre partimos desde el ISTLyR bien tempranito hacia Rosario, en nuestro viaje institucional para conocer El Tríptico de la Infancia. Ésta es una propuesta educativa y lúdica organizada en tres espacios diferentes de la ciudad que fueron recuperados y pensados para dar lugar a la mirada de lxs niñxs y a la participación ciudadana.
En el micro hicimos una primera dinámica de presentación. Con consignas divertidas y mucha ansiedad por llegar, empezamos a conocernos y encontrarnos con compañeros y compañeras de las tres carreras.
Luego de llegar y acomodarnos en nuestro lugar de hospedaje, visitamos el archivo pedagógico de Olga y Leticia Cossettini, que hoy en día pertenece al Conicet. Allí hablamos con su directora, Javiera Díaz, que nos contó la historia de esta experiencia de escuela nueva llevada a cabo en el año 1935 en Rosario. Nos sentamos a revisar algunos materiales que dan cuenta de ella: cartas, cuadernos, fotografías, libros. Nos sorprendimos de los dibujos interviniendo la escritura en los cuadernos, cada uno distinto y singular.
Todo esto puede verse en detalle en la página del Conicet, haciendo clic aquí .

Durante el encuentro surgieron muchas preguntas: ¿Por qué hoy en día este tipo de experiencias no se replica en las políticas educativas y en los institutos de formación docente? ¿Acaso el Tríptico mantiene una matriz parecida? Una frase encontrada en uno de los cuadernos de clase de Olga nos quedó resonando al despedirnos del espacio: “Uno sólo puede enseñar bien aquello que ama”.
Por la tarde estuvimos en el primer espacio del Tríptico: El jardín de los niños. Allí disfrutamos del verde y nos sumergimos en distintos mundos. Conocimos el taller de Da Vinci, jugamos con algunos artistas vanguardistas, fuimos a la máquina de volar, recorrimos montañas encantadas y saltamos hasta no poder más entre las sogas de la trepadora, ante la mirada incrédula de adultxs y niñxs. Las ganas de jugar estaban a flor de piel.


Para terminar la jornada, visitamos la Plataforma Lavardén, un centro cultural con una propuesta mágica para viajar a otros tiempos y espacios. Pudimos abrir la puerta de un viejo club de barrio y disfrutar de un metegol con amigxs, tomar mate en una cocina de los años 50, y hasta perdernos entre la ropa de época, que nos permitió ensayar nuevos personajes.

Lamentablemente, la ciudad estuvo atravesada por el duelo, por el asesinato reciente de cinco ciudadanos rosarinos en un acto terrorista en Nueva York. Por esta razón, algunas propuestas nocturnas fueron canceladas.

Día 2: De encuentros y aprendizajes
La mañana del sábado fue libre. Algunxs decidieron participar de la visita guiada por el casco histórico. Otrxs aprovecharon para pasear por la costanera. Luego del almuerzo, nos encontramos todxs en el segundo espacio del Tríptico: La Isla de los Inventos. Este enorme galpón solía ser la estación central de Rosario, por eso se ven aún hoy algunas vías que invitan a comenzar un viaje. Luego de balancearnos en las hamacas, nos dispersamos por el lugar, dejándonos llevar por las distintas propuestas lúdicas, desde los recorridos más introspectivos hasta las producciones colectivas. Transitamos nuestros miedos, dejamos que diferentes colores y olores nos trajeran recuerdos, creamos poesía, hicimos grabados y papel reciclado, inventamos cortos animados, participamos de un taller textil y hasta soldamos corazones rotos. Además, pasamos por los “kiosquitos”, pequeños puestos donde, en vez del comercio, una consigna artística nos esperaba para sorprendernos.
Nos reencontramos para tener una charla con la coordinadora del espacio. Ella nos habló de la idea de narrativa y paisaje para explicar cómo cada elemento acompaña nuestra inmersión en otro mundo. Por eso, sólo con el transitar, unx ya es envuelto por el juego. También hubo curiosidad por el rol de lxs facilitadores lúdicxs y su selección, algo pertinente para lxs estudiantes del Instituto como salida laboral posible. Se habló de las diferencias entre cada espacio del Tríptico, aunque entendimos que los tres mantienen la multiplicidad de lenguajes y situaciones, y el trabajo colectivo como bastión de su proyecto. Esto se ve en muchas instancias de producciones colectivas donde todxs pueden aportar su parte, pero nadie se lleva el producto final. En muchas de las propuestas lúdicas resalta esta participación “en tránsito” que permite jugar por jugar, en vez de hacerlo por el resultado.
Por último, la coordinadora hizo referencia a Chiqui González, Ministra de Innovación y Cultura del Gobierno de la Provincia de Santa Fe desde 2007, y una de las gestoras del Tríptico. Ella sostiene la idea de la infancia como una excusa para todxs, para que cada adulto se encuentre con la infancia propia que lo hizo ser quien es.
Luego de la Isla, algunxs recorrieron la feria de economía social y solidaria, otrxs se fueron a conocer museos. Por la noche muchxs asistieron a la XXXIII Encuentro y Fiesta Nacional de Colectividades, un festival masivo y abierto en el Parque Nacional a la Bandera, donde además de comidas típicas se aprecian músicas, vestimentas tradicionales, danzas y artesanías de alrededor de cincuenta colectividades.

Día 3: La despedida
El tercer y último día nos encontró cansadxs pero muy entusiasmadxs. Por la mañana fuimos a La Ciudad de los Niños, la sede central de los Consejos de Niños que funcionan desde 1996. Esta iniciativa sigue las premisas del pedagogo italiano Francesco Tonucci para darle un espacio a la voz del niño y la niña. Funcionan alrededor de seis consejos en diferentes zonas de la ciudad que nuclean a chicxs de todos los barrios en distintas sedes y horarios durante un encuentro por semana, elegidos en sus escuelas, bibliotecas, organizaciones no gubernamentales y también a todxs los que deseen participar de ellos. Asimismo, algunos sábados se desarrollan reuniones de Consejo Ampliado, donde los chicxs de todos los espacios se encuentran para compartir, conocerse y recorrer la ciudad. Luego de un año de trabajo, lxs Consejerxs piensan, discuten y deciden entre todos un Proyecto que les presentan a las autoridades municipales.
Tuvimos una charla con Meri Affranchino, directora del proyecto. Ella nos contó acerca de algunas propuestas de lxs niñxs, como el Día del Juego y la Convivencia, la idea de habitar la vereda, la de mejorar la señalética de la ciudad y la de llenarla de mariposas. Nos explicó que, a través del juego, lxs coordinadores intentan ir “sacando” todo lo de adulto que carga el niño, para darle lugar a la particular mirada infantil. Frente a la idea de realidad anquilosada que mantenemos lxs adultxs, lxs niñxs pueden encontrar las posibilidades de cambio para hacer de la ciudad un lugar con más colores, juegos y metáforas. Luego de esta relajada charla en el pasto, recorrimos el espacio. Vimos murales hechos de tapitas, huertas y cuartos llenos de propuestas lúdicas.
Durante el almuerzo fuimos a un parque sobre el Boulevard Oroño, donde pudimos observar la feria artesanal. Luego visitamos el último espacio que restaba del Tríptico: la Granja de la Infancia. Este lugar queda un poco más alejado que los otros y solía ser un basural. Bajo un sol caluroso disfrutamos de la conexión con la naturaleza. Escuchamos el arroyo y las cascadas, observamos distintos animales, subimos las colinas verdes. También aprovechamos el aula de ciencias, donde creamos perfumes y pócimas. Al final, entre mates y pan casero producido en la propia Granja, se armó una guitarreada en el bosque de álamos.
Y llegó el momento de ir cerrando el viaje, el tiempo apremiaba. Por eso, luego de algunos juegos y masajes cariñosos, nos dividimos en grupos reducidos para empezar a ponerle palabras a tantas vivencias. Se propuso compartir algo que nos hubiera sorprendido, algo que nos hubiera emocionado, una nueva pregunta y un nuevo aprendizaje. El tiempo quedó corto porque, efectivamente, eran muchas y muy intensas las cosas que habíamos sentido y pensado. Luego de una ronda y un gran aplauso, nos sacamos las fotografías grupales y subimos al micro, dejando atrás la ciudad de Rosario.
Durante el regreso, se propuso en pequeños grupos elegir una foto que fuera representativa del viaje y armarle un epígrafe, para así ir construyendo entre todxs una memoria colectiva de lo vivido.

Lo narrado aquí no alcanza para expresar cuánto nos hizo vibrar esta travesía. Quedan aún muchos interrogantes. Esperamos que éstos sean motor de búsqueda para seguir creciendo y encontrar nuevos puentes entre las tres carreras del Instituto.

Laura Martín, Jésica Szyszlican y Marina Vera
Estudiantes del ISTLyR

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