El 1 de mayo de cada año se conmemora el Día Internacional del Trabajador y la Trabajadora en homenaje a los «Mártires de Chicago», un grupo de sindicalistas anarquistas y socialistas revolucionarios que fueron ejecutados en 1886 en Estados Unidos por participar en una protesta laboral. Estos trabajadores demandaban la reducción de la jornada laboral a 8 horas, ya que en esa época se solía trabajar hasta 16 horas diarias y la ley vigente sólo prohibía trabajar más de 18 horas por día. Hace 137 años, como producto de esas jornadas de lucha, que incluyeron una violenta represión (en la que 80 personas murieron y 200 resultaron heridas), los trabajadores conquistaron las 8 horas de trabajo, lo que marcó un hito para el resto del planeta.
Como trabajadoras y trabajadores del tiempo libre debemos tener activa nuestra memoria que está enraizada en sucesos como la “Semana Trágica” o el “Cordobazo” que recuerdan las demandas y señalan el camino al futuro. El acceso al disfrute del tiempo de no trabajo está ligado con la luchas sindicales, obreras y organizadas que permiten sostener estas conquistas. Hoy tiene absoluta vigencia, cuando la derecha intenta avanzar sobre los derechos ganados por los pueblos.
La bandera de lucha desde hace dos siglos ha sido, es y será “8 horas de descanso, 8 horas de trabajo, 8 horas de recreación”.
La dignidad sigue en juego, la disputa por la vida entre elles, los de siempre, los pocos, los privilegiados, los poderosos, los dueños del mundo; y nosotres, les humildes, les trabajadores, les asalariados, les desempleados, les indígenas, les desclasados, les diferentes, les muchos, el pueblo.
Sergio Fajn
Docente del Taller de Profundización sobre Recreación en el Envejecimiento.
Carrera de Recreación / ISTLYR