–Rondas de apertura–
Por el Equipo de las 14º Jornadas de Tiempo Libre y Recreación* “El futuro tiene que reconocerse en su indeterminación y su imprevisibilidad, pero sin dejar de ser pensable, imaginable, en su apertura misma, (…) Es hora de despertar al futuro, de reanimar nuestro deseo de futuro. El impulso utópico es indispensable para nutrir la acción presente y conferirle su pleno vigor. Sin la imaginación de un mundo poscapitalista posible, necesario y urgente, la lucha anticapitalista carece de sentido verdadero” Ética y coyuntura Todo esto orientado hacia la construcción de una ética de la recreación. Es decir, cómo caminar con coherencia entre nuestro sentir, nuestro pensar, nuestro hacer, con la esperanza intacta de que otras formas de hacer y de ser mundos son posibles. Hoy, para seguir profundizando nuestras reflexiones, nos interesa caminar hacia la ética de la recreación abriendo preguntas sobre la educación, la organización y los derechos. Las 15ª Jornadas nos encuentran en una nueva (¿nueva?) etapa del país. Argentina, y muchos otros países de la región, experimentan un recrudecimiento del sistema capitalista en su faceta neoliberal que trae aparejado la ampliación de la brecha de la distribución de la riqueza, la flexibilización laboral, la apertura del mercado a los capitales extranjeros, la liberación de las importaciones y la crisis en la industria nacional. Este proceso no solo trae consecuencias en lo económico, sino también en lo cultural, lo educativo y lo recreativo. Recortes de presupuesto muy fuertes están dejando a los sectores más empobrecidos sin acceso a ofertas culturales, recreativas, turísticas, deportivas, etc. Muchxs de nosotrxs, educadorxs, formábamos parte de esas propuestas. Ante el cambio en la política, muchos de los programas socioeducativos, culturales y recreativos se están cerrando o bien se vacían de contenido y tarea. El acceso a esos bienes queda librado a quienes pueden pagarlos. El Estado pasa a garantizar la reproducción de esta tendencia, en vez de ser garante de los derechos de la población.
¿Por qué entendemos la educación como un camino? Porque la consideramos, en un sentido liberador, posibilitadora de la construcción de valores, saberes y actitudes que aportan a transformarnos, a generar movimiento, posibilidad, en un mundo que se nos muestra como inmodificable. ¿Cuál es la educación/recreación que defendemos? La que elige el camino de lo grupal y lo colectivo, con incertidumbres y abierta a las posibilidades que proponen quienes participan de los espacios de aprendizaje, facilitando la participación real, privilegiando los procesos a los resultados. La que transita el camino con la mirada puesta en el otro/ la otra, que busca la acción empática y solidaria. Una educación del cuidado, que genere la sensibilidad necesaria para sentir en el cuerpo cualquier injusticia, que ayude a ver que los problemas existen a pesar de que no nos toquen, a poder indignarse y tomar la opción de hacer algo con eso. Implica acompañar procesos de subjetivación que apunten al pensamiento del cuidado de lxs otrxs, a una sociedad más humanizada. Una educación que, desde el pensamiento crítico, busque provocar a través del juego, el caos de significación. Que permita ensayar otras (muchas) formas posibles de mirar, decir, hacer. Una educación liberadora, creativa, democrática, de la pregunta, que cargue de responsabilidad a educadorxs y educandxs.
En cuanto nos pusimos a hablar de los derechos nos surgieron muchas preguntas y contradicciones… Kneen nos propone problematizar la idea de los derechos y cómo su concepción fue desplazando la práctica de la responsabilidad de cuidar a los demás por la defensa de derechos que en su reclamo deja intactas las estructuras de poder, reduciéndose a una enunciación que no tiene correlato en la práctica. Los derechos humanos son universales, todxs los tenemos, pero la contradicción se multiplica cuando distintos derechos entran en tensión. Si un derecho implica una acción que perjudica un derecho de otra comunidad, ¿qué vale más? ¿Hay una jerarquía de derechos? ¿Quién los dicta? ¿Se puede hablar de “nuestros derechos” y no de “mis derechos”? ¿Quiénes somos nosotrxs? ¿Quiénes amenazan nuestros derechos? ¿Cómo respondemos? ¿Qué acuerdos tenemos como sociedad? ¿Cómo se pueden cambiar/agregar/ampliar? Que el Estado se ocupe de garantizar los derechos significa que hay alguien o algo que los vulnera y por eso deben protegerse. Sin embargo, son las prácticas asistencialistas del Estado las que degeneran la noción de derecho, convirtiéndola en una dádiva, un “regalo”, que el/la otro/a se acostumbra a recibir y a ser beneficiario en lugar de artífice de su destino. Si bien la coyuntura actual nos muestra el camino -que no hay que abandonar- de exigir al Estado el cumplimiento de los derechos, no debe dejarse de notar que es responsabilidad de todxs. El Estado tiene el rol de garantizar los derechos de la población. Pero si simplemente delegamos esa responsabilidad a otrxs (Estado, ONGs, Beneficencia) perdemos la dimensión comunitaria del asunto. Por eso acudimos al concepto de responsorialidad: “Nos gustaría aplicar el término de responsorialidad para designar un sentido del momento justo y del acto proporcionado diferente de la responsabilidad del que interviene del exterior en los seres y las cosas e implica siempre una forma de control.” ( Illich, I., La Potencia de los pobres, 2008:92) Si, como decía el poeta cubano José Martí, “los derechos se tienen cuando se ejercen”, la única manera de garantizar su ejercicio, sobre todo al interior de los sectores populares, es la organización. La organización colectiva es nuestro punto de partida: no hay derechos sin organización. Ante una comunidad organizada, apropiada de sus derechos y con una actitud solidaria es muy difícil que estos atropellos se lleven a cabo. ¿Por qué organizarnos? Y por qué no… Este último sendero, el de la organización, nos alienta no sólo a mirar a lxs demás, a cuidarlxs, a participar, sino que nos invita a ir un poco más allá, a organizarnos para multiplicar fuerzas, coordinar acciones, a ampliar, en el encuentro con lxs otrxs, el universo de posibilidades, enriqueciéndonos para cumplir con nuestros objetivos. Pero ¿qué tipo de organización buscamos? Nuestra tarea en este camino es la de educar para la organización, ensayar formas de organizarse y de tomar decisiones en ámbitos “cuidados”, empoderarnos, sentirnos capaces de crear y transformar. Sólo organizadxs podemos encarar la difícil tarea de resistir y construir. Resistir y Construir Alejo Montoya propone: “No podemos vivir constantemente en el círculo mágico del juego. Pero sí podemos crear, desde esos círculos mágicos, guías para la acción en lo cotidiano. Formas de conducta y acciones concretas que nos permitan encarnar nuestras más dignas aspiraciones como sujetos, como grupos, como comunidades. Guías que nos permitan conectar el tiempo mágico del juego con la vida de todos los días. Esta conexión no sólo nos permite enriquecer nuestras posibilidades con las experiencias vividas en el juego. También nos permite darnos cuenta de que podemos cambiar y reinventarnos, que podemos crear y recrear mundos, que podemos elegir nosotros/as mismos/as cómo ser y cómo vivir” Resistir y construir nos remiten a cuestiones necesarias y ligadas a distintas temporalidades. El “resistir” nos aparece como algo inmediato, urgente, ante el embate de nuestros enemigos. El “construir” como algo más pensado en el tiempo, un largo plazo, algo que dejará las bases para seguir sumando ladrillos. Y el subcomandante Galeano no recuerda, por su parte: “¿Saben? Uno de los engaños de arriba es convencer a los de abajo de que lo que no se consigue rápido y fácil, no se consigue nunca. Convencernos de que las luchas largas y difíciles sólo cansan y nada logran. Trucan el calendario de abajo sobreponiéndole el calendario de arriba: elecciones, comparecencias, reuniones, citas con la historia, fechas conmemorativas que sólo ocultan el dolor y la rabia. (…) Lo que lo aterroriza es la perseverancia de la rebeldía y la resistencia de abajo. (…) Su lucha, nuestra lucha, las luchas de abajo en general, dependen de la resistencia. De no rendirse, de no venderse, de no claudicar.” Es momento de defender lo logrado, de organizar la resistencia para que no nos pasen por arriba. Y al mismo tiempo, construir nuevos mundos. Nos sabemos caminantes de la educación, los derechos y la organización, confiamos en su poder transformador. Pero también reconocemos las amenazas y los peligros que atentan contra esa transformación. Ante ellos nuestra postura es la resistencia y la construcción. Invitamos a poder pensar nuestras prácticas, a incorporar nuevas miradas, a conocer nuevos senderos hacia otros mundos posibles, a descubrir cuál es nuestra ética y con quiénes la compartimos. |
Rondas de apertura Hacia una recreación crítica Por Mariano Algava Educación, Organización y Derechos. Resistir y Construir hacia una ética de Recreación Por el Equipo de las 14º Jornadas de Tiempo Libre y Recreación Travesías La comunicación como herramienta en la lucha por los DDHH Por Lucrecia Fernández Pedagogías de la Memoria: Entre la participación popular, las políticas públicas y las prácticas profesionalizantes Por J. Arazi, S. Astudillo y M. Oesterheld Nuestro lugar para defender la comunicación como Derecho Humano Por Mariano Carril Club Popular El Dari: una herramienta en la construcción de sujetos políticos Por Francisco Farina Reseñas Disputas en la enunciación de la memoria Por Agustina Pérez Rial La Guardería, el inmenso documental de Virginia Croatto Por Ramiro González Gainza Derechos humanos hoy. Gráfica a 40 años de la última dictadura militar Por Natalia Revale Ficción Juan de Monserrat Por Matías Segreti |