Hacia una recreación crítica

 

–Rondas de apertura–

Por Mariano Algava*

Últimamente se habla mucho sobre “la transformación social”,
El primer debate que se me genera es ¿por qué hablamos de transformación social? ¿qué es lo que queremos transformar en concreto?.
Estas preguntas nos llevan a observar y comprender cómo estamos viendo la realidad. Intentaremos ir conociendo la complejidad en movimiento de lo que llamamos realidad y explicarnos qué y por qué pasa lo que pasa. Para poder transformarlo.
Ahora, involucrando una mirada compleja a este análisis, debemos incluirnos en esa realidad a observar, partir de las experiencias colectivas, de nuestro lugar en esa complejidad. Esto implica poner el cuerpo, concretizar la realidad como una praxis transformándose. ¿Cómo está siendo ese involucramiento en la realidad? ¿Qué pasa con los cuerpos? Tengo la sensación de que se habla más de la transformación de la realidad, de lo que en realidad se la transforma en acción.

Los cuerpos desaparecidos de hoy
La dictadura fue un proyecto de terror, económico y cultural, pero también tuvo su faceta pedagógica, fue domesticadora.
Algo de eso se quebró en el 2001 en Argentina, pero el proceso latinoamericano de dictaduras fue tan profundo culturalmente, fue tan cruel, que las consecuencias siguen y sirven aún al poder, cuando reeditan el miedo, de diferentes formas, incluso volviendo a desaparecer cuerpos como con Julio Lopez, Silvia Suppo, o Fuentealba, el maestro. ¿Qué significa un maestro asesinado en la calle, luchando?, podemos pensar en Mariano Ferreyra, en Darío poniéndole el cuerpo a Maxi y a las balas.
Quienes ponemos el cuerpo ya sabemos lo que le puede pasar. Es así, poner el cuerpo tiene sus riesgos. El miedo a poner el cuerpo, a transformar la realidad haciendo-la, tiene una razón de ser, es parte de la batalla subjetiva y cultural.
La dictadura, con los cuerpos desaparecidos, impuso el miedo a exponer el cuerpo; logró luego que esto se exprese simbólicamente en la escisión de las ideas y de los cuerpos. Se combatió a las organizaciones marxistas, pero en la universidad se puede leer a Marx tranquilamente, se lo puede citar en trabajos finales y en coloquios. De la misma manera se puede leer y citar a Freire, aunque Freire está bastante más negado que el propio Marx. Se puede hablar, teorizar y hacer proyectos sobre la transformación social, pero ¿y los cuerpos transformando la realidad?
Podemos pensar la dictadura como pasado, o podemos pensarla viva en una historia en movimiento permanente, en la lucha de clases interminable y en permanente tensión.
En el progresismo que supimos conseguir, estos protagonistas y pensadores de la historia están presentes, pero sin cuerpos; están en las teorizaciones, en las palabras, y así las rebeldías se teorizan, se explican, son más discursivas que hechos. O peor aún, las teorizaciones más radicales en cuanto a la transformación social se usan para enmarcar, disfrazar, procesos de asistencialismo y clientelismo. Estamos en un momento donde todo parece revolucionario, pero nada cambia profundamente.
En esta realidad, el cuerpo se normaliza, se amansa, se adiestra, se alinea dentro de “lo posible”. Se conforma un ejército asistencialista, convencidos y convencidas de la principal premisa del progresismo: “es lo que se puede”. La política de lo posible, del conformismo. Prohibido soñar. No poder soñar, y no poder poner el cuerpo son efectos de la represión.
El efecto intelectualista, a veces discursivo, casi siempre más cómodo, tiende a generar palabras huecas, aquellas que son más sonoridad que transformación. Esta tensión no está resuelta para nadie, no se resuelve, pero sí podemos elegir buscar, siempre buscar una coherencia, una implicación más eficaz en la transformación de la realidad. Seguir luchando contra todas las dictaduras introyectadas.
La dictadura sigue viva, los cuerpos, nuestros cuerpos, siguen de alguna manera desaparecidos.
Freire dice:
«No hay palabra verdadera que no sea una unión inquebrantable entre acción y reflexión, y por ende que no sea praxis, de ahí que decir la palabra verdadera sea transformar el mundo.
La palabra inauténtica, por otro lado, con la que no se puede transformar la realidad, resulta de la dicotomía que se establece entre sus elementos constitutivos. En tal forma que, privada la palabra de su dimensión activa, se sacrifica también, automáticamente, la reflexión, transformándose en palabrería, en mero verbalismo. Por ello alienada y alienante. Es una palabra hueca de la cual no se puede esperar la denuncia del mundo, dado que no hay denuncia verdadera sin compromiso de transformación, ni compromiso sin acción.
Si, por lo contrario, se subraya o hace exclusiva la acción con el sacrificio de la reflexión, la palabra se convierte en activismo. Éste, que es acción por la acción, al minimizar la reflexión, niega también la praxis verdadera e imposibilita el diálogo.
Cualquiera de estas dicotomías, al generarse en formas inauténticas de existir, genera formas inauténticas de pensar que refuerzan la matriz en que se constituyen.
La existencia, en tanto humana, no puede ser muda, silenciosa, ni tampoco nutrirse de falsas palabras sino de palabras verdaderas con las cuales los hombres (y las mujeres1) transforman el mundo.2

Derecho a soñar
Podemos soñar con lo imposible, ¿tenemos ese derecho? ¿tenemos derecho a vencer nuestros propios miedos, a aparecer en cada acción, con nuestros cuerpos indignados?
Y acá llegamos a los derechos humanos de hoy. Quienes hoy se niegan a seguir siendo oprimidos por las multimacionales, pasteras, petroleras, semilleras, mediáticas, etc. gritan por su derecho a soñar más allá de lo posible.
Esos que resistimos a sentirnos cómodos con el progresismo, una vez más estamos siendo perseguidos, encausados. En el gobierno de Néstor Kirchner hubo más presos políticos que en los 10 años de Menem3; cambió la estrategia contra los que obstaculizan el desarrollo del capital, de las multinacionales del saqueo, y esto ocurre en toda Latinoamérica, una vez más, la misma historia, otra estrategia.
Asumimos el derecho a luchar por los sueños, a combatir a la desaparición de los cuerpos, transformar y transformarnos desde la pedagogía de la alegría. Allí es donde tenemos como educadores y educadoras de la recreación una batalla contra lo que queda de dictadura, contra el capitalismo azucarado de progresismo, contra una abúlica resignación que se encarna en el “es lo que se puede”.

La batalla política por significar la realidad
Para intentar indagar el rol de la recreación en la transformación social es necesario comprender cómo estamos viendo al realidad, dónde estamos parados. Esto va de la mano de cómo imaginamos en lo personal, nuestro proyecto de vida y el sentido de nuestro trabajo en recreación. Ampliar y complejizar la mirada sobre la realidad y el lugar que ocupamos en ella, nos ayuda a comprender las tensiones respecto a las “recreaciones” de hoy.
Partamos de una lectura posible de nuestra región, para comprender el proceso argentino inmerso en una coyuntura más amplia que la condiciona.
Los gobiernos progresistas de América se mueven entre la ejecución de políticas públicas para los sectores más empobrecidos y el sistema capitalista globalizado.
En América Latina existen hoy nuevos organismos de articulación donde no interviene EEUU, ALBA, UNASUR, CELAC. Esto reduce el control político del imperialismo, sin embargo también tenemos la presencia de grandes capitales trasnacionales que provienen de EEUU y Europa y actúan en nuestro territorio para exportar capital, mercaderías baratas y tecnología. Estos capitales se apropiaron de nuestras riquezas naturales. Esta es una de las grandes contradicciones, ya que existe un distanciamiento político del imperialismo, pero hay una connivencia económica.
Pasamos de la sumisión política a la sumisión económica. Todas las burguesías nacionales son representantes de las burguesías trasnacionales. Frei Betto llama a este proceso “Globocolonizacion”, se trata de la imposición al planeta de un modelo consumista4.
Los lucros de ganancias de los grandes capitales no se han reducido en estos años de progresismo.
Entonces, tenemos políticas públicas favorables a los más pobres, pero sin reducir el proceso de penetración de los grandes capitales. La derecha, cuando no puede ocupar la gestión del Estado, sí mantiene el poder económico. Los bancos, las empresas trasnacionales, detentan el poder.
Así el Estado termina siendo un fuerte inversor del capital privado.
El proyecto neoliberal de desarrollo consiste en un proceso exportador de recursos energéticos, hídricos, minerales, agropecuarios, que conlleva a una feroz devastación de la biodiversidad y equilibrio ambiental. Se entrega de la tierra a los monocultivos, que es envenenada con agrotóxicos y transgénicos. Los gobiernos invierten en infraestructura para favorecer la exportación de recursos Naturales cuyas ganancias no regresan, sino que van a los paraísos fiscales,
En este modelo neodesarrollista en lo económico, no hay diferencia entre los gobiernos de derecha o los progresistas.

América Latina es el continente que mayor reserva de recursos tiene. “Las materias primas en época de crisis son el recurso más rápido y tienen mucha plusvalía”5.
El capitalismo como sistema entra en una fuerte crisis a partir del 2008, los grupos económicos que gobiernan el mundo a través de sus multinacionales “corrieron” para América Latina para proteger sus dólares y colocarlos sobre nuestros bienes naturales. En todo el continente se multiplicaron los proyectos extractivistas: mineras, pasteras, sojeras, petroleras, etc. Es un saqueo a gran escala para alimentar la voracidad consumista. Este fenómeno puede verse como un desembarco. En procesos de investigación6 se habla de una segunda colonización, que incluso tiene similares características a la primera: adelantados, conquista de territorios, desplazamientos, violaciones, y también espejitos de colores: “progreso” y “consumo”.
Esta ofensiva tendría tres patas, una económica, que básicamente es esta búsqueda de ganancias rápidas por parte de las trasnacionales, una pata política-militar, representada por el despliegue militar con la 4ta flota de EEUU circunnavegando las costas de América, el golpe militar en Honduras y Paraguay, bases militares en todo el territorio, leyes antiterroristas para llevar adelante procesos de criminalización a los que resisten el saqueo. Otra faceta de esta militarización son las redes del narcotráfico y la degradación del tejido social y la comunidad. El gatillo fácil, una política de exterminio de jóvenes pobres, es la guerra “preventiva” planificada, políticas que se aplican en todo el continente. Localmente, tenemos nuevos grupos de elite anti represivos, como el GEOP, nuevas policías, Buenos Aires 2, Metropolitana y cientos de nuevas policías municipales. Ya nos acostumbramos a tener a la Gendarmería en los barrios y las estaciones de tren. Todo esto se repite con matices en toda la Patria Grande. Por último, la ofensiva tiene una pata cultural-ideológica, cuya principal arma ideológica son los medios de comunicación, pero abarca también lineamientos educativos y políticas públicas, la mayoría de las cuales incluyen a la Recreación. Proyectos y programas que cumplen un rol contenedor, compensatorio, muchas veces, más allá de las voluntades y esfuerzos de los recreadores y recreadoras de esos programas, que son sensibles a la realidad, y que también la padecen, siendo precarizados en las condiciones de trabajo.
En la Argentina venimos de los impulsos post 19 y 20 de diciembre del 2001, un “Ya basta” a las violentas políticas privatizadoras neoliberales, continuidad y consecuencia de la dictadura.
Un “Ya basta” incontenible, organizándose en asambleas y tomas de fábricas. En los primeros años del siglo el hambre gritaba, la explosión cultural denunciaba. Cientos de organizaciones se lanzaron a crear nuevas formas de estar en esta realidad y esas nuevas formas han incluido diversidad de propuestas artísticas y recreativas. La necesidad de una Recreación y de una alegría desalienada dio lugar a una explosión de propuestas creativas junto a procesos de construcciones políticas novedosas y autónomas.
Ante esto, y luego de las represiones del 2001 y las muertes de Darío y Maxi en el 2002, el progresismo aparece como posibilidad de gobernabilidad y sostenimiento de las políticas de fondo. Las del saqueo. ¿Cómo se controló, se atenuó, la participación de los cuerpos presentes en la vida política? Cuerpos que recuperaban su presencia, cuerpos que “aparecían” en escena una vez más cargados de sueños.
A partir de entonces el Estado desarrolló el mismo esquema que venimos observando en el proceso latinoamericano:

Primero, el exponencial crecimiento y despliegue de la militarización y la criminalización. En el Informe sobre la criminalización que realizó el Encuentro Memoria, Verdad y Justicia, presentado el 24 de marzo del 2012, se dice que en la Argentina tenemos “más de 4000 judicializados por protestar”, en general ambientalistas, miembros de pueblos originarios, población afectada que reclamaba, miembros de movimientos sociales. Y “desde el 2001, 70 de estas personas fueron asesinadas”. El Informe agrega: “La criminalización de la protesta es una estrategia política que presenta ante la sociedad a la lucha por los derechos sociales como delitos, y a los luchadores y luchadoras como delincuentes.7
La Correpi, Coordinadora Contra la Represión Policial, en su Informe 2009 afirma que el Estado argentino mata una persona cada 28 horas» (esto incluye gatillo fácil, muertes en comisarías y cárceles, muertos en represiones, etc.).
Entre las conclusiones que figuran en el Archivo, «este año se evidencia un avance cuantitativo y cualitativo en la represión que llamamos “selectiva”, es decir, la que se descarga contra las organizaciones y militantes populares»8.
Segundo, en lo económico, estrategias de contención de la pobreza, por la vía de la distribución de planes sociales y de asistencia alimentaria. Planes sociales que amortiguan el hambre. Los Planes Trabajar, los bolsones de alimentos, las becas, las redes de comedores, o bien la Asignación Universal por Hijo, son medidas sin dudas urgentes, es incidencia, pero no son medidas transformadoras de las causas de las injusticias. No es “transformación social”.

Y tercero, Políticas Públicas en el Área Cultura, Deportes y Recreación; planes que tienen destinatarios y objetivos “ciudadanos”, de “acceso a la cultura”, de “prevención”, etc. Una cantidad de planes “recreativos”: juegotecas, “colonias” de diversas características, clubes, donde muchos de nosotros hemos trabajado desde el 2001. Ha explotado el desarrollo de espacios vinculados a estas áreas, destinados entre otras cosas al control y a la despolitización. Cabe aclarar que se montan sobre necesidades reales, pero la manipulación política y punteril genera dicha consecuencia.

En síntesis, en estos últimos 10 años hubo un desarrollo en paralelo de tres aspectos:
1- La represión
2- Los planes sociales
3- la recreación asistencialista

Si nos fijamos bien, las dos últimas responden al “PAN y CIRCO”, la vieja fórmula del Imperio Romano.
Federic Munné dice: “Pan y circo” refiere a un tipo de ocio desarrollado en el imperio romano, pero que desarrolló características que el ocio burgués actual mantiene, por su eficacia en el control de la población. “Roma introduce, por primera vez, el ocio de masas. Organizado por el Estado en los días de fiesta, que ocupaban casi la mitad del calendario. El ocio popular, masivo y anónimo, es despreciado por las elites que lo alientan y utilizan como instrumento de dominación. La clase dominante da “Pan y Circo”. El ocio vivido por la plebe constituye un eficaz medio de despolitización del pueblo. Que se ha reducido a la condición de espectador”9.

Entonces, la fórmula actual podría llamarse PALO, PAN Y CIRCO, como conjunto de políticas que permiten una gobernabilidad, que permite sostener las políticas de saqueo, a la vez de generar políticas públicas en parte necesarias y en parte no eficaces para una verdadera transformación social.
La tendencia que estamos viviendo actualmente muestra que la derecha achica los planes y los programas recreativos, apela a los grandes espectáculos, rallys, megarecitales, etc. (más espejitos de colores), ligados al marketing político, y aumenta la represión; el progresismo suele desarrollar más planes y programas asistenciales, aunque últimamente también apela a los grandes eventos. Igualmente, ambos sostienen la lógica del Palo, Pan y Circo. Una lógica de control, de alienación, funcional al sistema de acumulación de los grandes capitales, la profundización de la desigualdad y al desarrollo del mercado.

Hacia una recreación critica
De esta realidad emergen tendencialmente tres formas de la recreación:
Podríamos hablar de una recreación de mercado, plenamente ligada al negocio, al rédito, al personalismo, a las empresas que consumen la recreación para sus “recursos humanos” o bien para “lavar su cara” con la recreación o el ambientalismo. Se promueve la búsqueda de una “libertad individual” que se vende y se “marketiniza” para convencer, para psicologizar y persuadirnos de que somos libres individualmente. Expresión de la competencia y exhibicionismo. “Los espejitos de colores” de esta nueva colonización.

Una recreación social, que hoy es de carácter asistencialista, producto de los Programas de políticas públicas y de las ONGs, que generan contención y despolitización. Aun así son necesarias como terreno de lo público, como espacio de llegada del Estado a la gente y su humana necesidad de Recreación. Lo que resulta poco creíble es pensar que desde allí se plantee una “transformación social”. Freire dice: «Sería en verdad una actitud ingenua esperar que las clases dominantes desarrollasen una forma de educación que permitiese a las clases dominadas percibir las injusticias sociales en forma crítica.10«
Es expresión del conformismo progresista, de la contención social y, concretamente en los municipios del conurbano, es expresión del punterismo y el clientelismo.

Hay un tercer sector de experiencias, de menor impacto mediático y del tipo “trabajo de hormiga”, que concentra su fuerza en el compromiso con la transformación de la realidad, que asume la solidaridad con las luchas y se transforma con ellas; se hace parte de las mismas.
No hay transformación de la realidad sin lucha.
Estas experiencias se asumen políticas, surgen en los procesos de organización de barrios, movimientos, bibliotecas populares, comedores, redes de organizaciones, etc.
Hay una cantidad de experiencias que asumen por ejemplo las resistencias al modelo extractivista y saqueador. Hoy en la UAC, la “Unión de Asambleas Ciudadanas”, en sus plenarios también se juega, se involucra lo corporal, hay una búsqueda que es difícil, la de reintegrar el cuerpo “desaparecido”. En los procesos de educación popular, en experiencias como los CUJUCA, “Cumbre de Juegos callejeros”, donde se tejen redes barriales a través del juego, experiencias que no se compran, ni tiene “destinatarios”, sino que se construyen “con la gente”; los “Cabildos Abiertos de Juego y Cultura”, y las muchas experiencias que los van habitando. Los Encuentros de Teatro Popular y Educación; “Los Barrios del Sur” de Mendoza, organizaciones más pequeñas que actúan en plazas desde la recreación, recuperando a conciencia el espacio público; experiencias que participan de las jornadas de la “Estación Darío y Maxi”, ex-Avellaneda; el espacio “Juanito Laguna” de la organización “Compadres del Horizonte”, entre muchas otras, más grandes, más pequeñas, pero con un eje en común, un compromiso en la transformación, la autonomía y las acciones concretas de solidaridad en las diferentes luchas contra las opresiones.
Un grupo de experiencias que surgen de las necesidades de cada lugar y de la gente.
Experiencias que en general se alejan de los centros geográficos del poder y del mercado, en la periferia. Están invisibilizadas por los grandes medios y por los espacios de formación en el área.
Suelen tener características militantes y de autonomía y, en muchos casos, son a la vez orgánicas a organizaciones territoriales, barrios, movimientos, etc.
Su enfoque no está exclusivamente puesto en el “contenido” de la actividad, sino en la necesidades y en la búsqueda pedagógica de la experiencia misma.
Experiencias que se proponen descolonizar los vínculos, sobre todo el vínculo recreador-recreando, dar la batalla cultural al capitalismo resistiendo al individualismo en las alegrías grupales, construidas desde nosotros mismos y no compradas o recibidas como “destinatarios” de un Plan de gobierno o de una ONG.
Una recreación donde somos “sujetos” y no “objetos” de un plan o de un estudio de target de consumidores.
Una recreación ligada a la construcción de poder popular, entendido no como algo lejano o grande, o de otros, sino a cuestiones cotidianas, cuestiones vinculares que vivimos todos y todas. Tejido de redes vinculares, encuentros de cuerpos y risas en nuestro espacio, en la calle, en los espacios recuperados, etc.

Una recreación crítica desde el punto de vista de la conciencia sobre su entorno, su capacidad de indignación y acción, a través de lo lúdico, lo expresivo y lo artístico. Una recreación popular que busca permanentemente la integralidad cuerpo-mente, la vivencia conjunta de la teoría y la práctica, la recuperación de los sueños, de los históricos y de los que vendrán, los inéditos viables11. Una recreación que está en permanente construcción, que educa la esperanza, moviéndose al ritmo de las prácticas liberadoras. Una recreación que busca el fortalecimiento de los movimientos populares siendo parte de la necesaria formación política de los mismos.
Creo que en este caso podríamos pensar que estamos ante experiencias recreativas que sí juegan un rol en la transformación social, pero no “un” rol como especificidad, como algo que haya que hacer o alguna técnica específica porque no hay una receta de lo que hay que hacer. Juegan un “rol” en cuanto las personas que la llevan a cabo sienten y se comprometen con las injusticias que quieren transformar, que toman conciencia de la realidad actual de las políticas coloniales de las que somos objeto, entre otras injusticias y opresiones.

Si bien desde las prácticas podemos diferenciar estos tres tipos de recreación: la recreación crítica, la recreación de mercado y la recreación asistencialista, esta aproximación a definirlas no deja de ser un planteo teórico tendencial ya que en la realidad hay miles de experiencias entre unas y otras. Podemos hablar de borrosidades, como si cada una de estas formas de la recreación fuera un color y estos hacen un degradé con los otros, como el arco iris, un continuo llamado “recreación”, con colores diversos, ¿pero en qué punto del arcoíris definimos que el rojo es rojo y el celeste es celeste? Lo mismo sucede con las experiencias, incluso el arcoíris es un reduccionismo de la realidad humana que es aún más compleja. Darle nombre al tipo de experiencias sólo nos invita a pensar en la complejidad de nuestro campo de acción. Pero una complejidad pensada y vivida desde la misma realidad, no en un abstracto. No en una prédica de la libertad “en el aire”, sino desde la complejidad, lo móvil y lo contradictorio de lo real, hoy.
Visibilizamos así un tipo de experiencias emergentes, que colaboran en la formación de personas que eligen transformar las injusticias, que asumen su cotidiano, accionando sobre la realidad, organizándose, construyendo poder popular. Personas que como todo ser humano necesitan de la Recreación y en ella se forman, reintegrando y “haciendo aparecer” el cuerpo, rescatando y construyendo alegrías, conquistando el derecho a “soñar”, jugando, dándole a las palabras una dimensión práctica, o teorizando las prácticas en palabras verdaderas, buscando libertades y comprometiéndose de cuerpo entero en esa transformación de la realidad.

Bibliografía
Agencia de noticias Rodolfo Walsh (http://www.agenciawalsh.org)
Frei Betto, clase sobre coyuntura latinoamericana, Esc. Nac. Florestán Fernández, 2014.
Freire, Paulo. Pedagogía del Oprimido. Editorial Tierra Nueva, Montevideo 1970.
Freire Pablo, video “Paulo Freire, Constructor de sueños”, Carlos Núñez Hurtado, 1993.
Joao Pedro Stedile, desgrabación de clase sobre coyuntura latinoamericana dictada en la Esc. Nac. Florestán Fernández del Movimiento sin tierra de Brasil, Guararema, San Pablo, 2010.
Munné, Federic, “Psicosociología del tiempo Libre”, Ed. Trilla, México, 1980, Pág. 43.

Rondas de apertura
Hacia una recreación crítica
Por Mariano Algava
Educación, Organización y Derechos. Resistir y Construir hacia una ética de Recreación
Por el Equipo de las 14º Jornadas de Tiempo Libre y Recreación


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