Comunicación y desarrollo local: hagan sus apuestas

–Rondas de apertura–

Por Diego Jaimes*

Entre 2011 y 2012 un pequeño grupo de comunicadores sociales tuvimos la oportunidad  de diseñar el Plan de Estudios de la Tecnicatura Superior en Comunicación Social orientada al Desarrollo Local en el marco del Instituto Superior de Tiempo Libre y Recreación (ISTLyR) de la Ciudad de Buenos Aires. Con el impulso de la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual (26.522), y su mandato de formar a “los nuevos comunicadores para un un nuevo modelo de comunicación” -según sostenían muchos de sus impulsores- tomamos la iniciativa de comenzar a armar un mapa, un plan, un camino que abriera una ventana para quienes se animaran al desafío de participar en el complejo y desafiante proceso de  democratización de la comunicación.

Mientras cumplimos los primeros tres años de la Carrera, y caminando a la par de los primeros estudiantes graduados, ponemos en común algunas de las intenciones/intuiciones iniciales, pensadas a partir de un escenario de mediano y largo plazo donde nuestro país, y en especial la Ciudad de Buenos Aires y alrededores, pudiera construir un mapa de medios más democrático, plural, diverso, en el cual los actores territoriales tuvieran un rol protagónico.

Contexto y desafíos

Un lugar: la ciudad de Buenos Aires, la gran metrópoli, territorio del anonimato, de la multitud, partida al medio, desigual, con su norte y su sur, con sus barriadas pobres, medias y altas, su sobrecarga de información y comunicación, su imposibilidad de abarcarla en una sola foto. Pero también capital de un país, vidriera, caja de resonancia de la vida pública y política.

Un tiempo: la década de los dos mil, etapa que podríamos caracterizar a nivel nacional y continental como “post-neoliberal”, donde comienzan a emerger nuevas políticas públicas, nuevos sujetos sociales y nuevos procesos de transformación que podemos ilustrar en dos grandes fenómenos: la recuperación del Estado y de la conquista de derechos. 

Algunos de los objetivos pedagógicos que diseñamos tuvieron que ver con que los estudiantes pudieran lograr, en el recorrido por esta Tecnicatura:

-Aprender los conceptos básicos de los lenguajes radial, audiovisual, gráfico y digital, con la idea que se formen productores y realizadores que generen proyectos de comunicación junto a actores que trabajan en el ámbito local y comunitario;

-Conocer los fundamentos principales de las teorías que atraviesan y delimitan en forma transdiciplinaria a las Ciencias de la Comunicación -situadas en el marco de las Ciencias Sociales- tales como la Historia, la Semiótica, la Antropología, la Psicología, la Economía, etc., a fin de contar con un mapa amplio de conocimientos que permitiera contextualizar los escenarios locales  y  comunitarios en series más amplias y complejas que sus límites territoriales; 

-Favorecer, acompañar y fortalecer la intervención -en su doble acepción de interacción e invención- pensada como un conjunto de prácticas concretas y reflexivas que posicionen a los comunicadores en situaciones concretas, donde diagnosticar junto con la comunidad los temas y problemas a abordar y poner en marcha estrategias de comunicación -mediáticas y no mediáticas-;

-Mirar y reflexionar críticamente sobre los procesos de concentración de la información, la opinión y el entretenimiento en nuestro país, expresados en grandes grupos oligopólicos que disputan la legitimidad de la política y de la democracia misma, a fin de situar la comunicación históricamente y en el marco de Estructuras que le dan forma y contenido.

Respecto de la recuperación del Estado, éste emerge como un actor que lentamente va retomando muchas de sus responsabilidades entregadas por las políticas neoliberales al sector privado, entre las cuales destacamos centralmente las políticas de comunicación. El manejo del espectro radioeléctrico, la sanción de una nueva normativa basada en la comunicación como derecho humano, nuevas instituciones de regulación y promoción como la AFSCA, el Consejo Federal de Comunicación Audiovisual, la Defensoría del Público, políticas activas como la Televisión Digital Abierta -TDA-, medios públicos que se refinancian y renuevan sus contenidos, nuevos canales con estéticas de alta calidad como Encuentro, Paka Paka, entre otros, junto con nuevas políticas de fomento al sector audiovisual -concursos del INCAA- y en particular al sector comunitario -FOMECA-. 

Por otro lado, también, muchos organismos del Estado afianzan su necesidad de contar con estrategias de comunicación, ya no solamente las tradicionales de Prensa y Difusión, sino de áreas que no se limitan a difundir la actividad de los funcionarios o comunicar la existencia de las acciones, sino de promover espacios de encuentro, debate, reflexión y capacitación que permitan dar lugar a nuevas voces que participen en las políticas públicas. 

Este nuevo Estado, ¿de qué cuadros, líderes, técnico-profesionales debe valerse en términos de comunicación para diseñar e implementar estas políticas? Creemos que un Técnico Superior en Comunicación Social orientada al Desarrollo Local está preparado para las exigencias que demandan estos nuevos escenarios.

Como segundo factor de la etapa emerge con fuerza y un sentido transformador la cuestión de los derechos. Muchos temas o problemas que aparecían como cuestiones importantes hace diez o veinte años se consolidan en la última década como cuestiones a ser abordadas desde una perspectiva que ponga a los derechos como eje central. Quizás no tanto desde sus términos legales o jurídicos, sino sobre todo desde una mirada social y política, como derechos a conquistar y ejercer, y a demandar que se cumplan pero a la vez convocando a participar en pos de alcanzarlos en el día a día. 

El derecho a la cultura, por ejemplo, se visualiza no solamente como el acceso a los bienes culturales -ir al teatro, al cine, a una muestra de arte, etc.- sino como participación activa en la producción popular, a través del teatro comunitario, la murga, el audiovisual, el cine documental, las producciones digitales, en su interconexión también con la circulación de nuevos sentidos a través de la radio, la TV, las redes sociales, los periódicos y revistas barriales y locales, etc. 

Y también aparecen otros derechos que requieren de una intervención comunicacional: el derecho a la salud, con sus campañas y talleres, el derecho de niños/as y adolescentes, revisando los mensajes de los medios pero ubicándolos como productores con voz propia; el derecho a la tierra, al ambiente y los recursos naturales, con sus estrategias de concientización y sensibilización; y así podríamos enumerar una larga lista de derechos más, que forman parte de las acciones tanto de organizaciones sociales como de diversos programas gubernamentales.

¿Cómo abordar estos grandes temas sociales para que sean apropiados y ejercidos en términos ciudadanos por cada vez más personas? ¿Quién puede diseñar e implementar junto con los actores estas iniciativas?  Un Técnico Superior en Comunicación Social orientada al Desarrollo Local podrían ser, sin lugar a duda, en el marco de equipos de trabajo formados por otros profesionales y por los propios actores sociales.

¿Desde qué lógicas contemporáneas podrían pensarse estratégicamente estas acciones que cruzan comunicación, derechos y ciudadanía?

• Desde una lógica de la participación: convocando a ser parte, a generar instancias de diálogo, donde la voz circule,  donde los saberes sean puestos en común y se reconozcan los conocimientos expertos y populares (estos últimos, generalmente marginados en los espacios académicos tradicionales)

• Desde una lógica de la territorialidad ampliada: pensando con los pies en el barro y en el barrio pero también en la comuna, en la Ciudad, en el país, en el continente, en el mundo, especialmente por los cruces que proponen las nuevas tecnologías, los intercambios digitales, la economía trasnacionalizada;

• Desde una lógica de consensos y conflictos: donde comunicación es ponerse de acuerdo, pero también reconocer los desacuerdos, las tensiones, los distintos posicionamientos políticos en las disputas de poder político, social y simbólico, y siendo sinceros con un yo y un nosotros inclusivo que no renuncie a visibilizar proyectos de sociedad antagónicos (más allá de las buenas o malas intenciones de cada cual);

El Instituto, nuestro lugar común  

La formación se produce en el marco de instituciones que no solamente aportan un edificio, aulas y escaleras a la cotidianidad del aprendizaje. También le imprimen sentidos, formas de nombrar los problemas, modos de abordarlos, en una diversidad importante pero también con estilos que van dejando huella. Compartimos una misma casa con otras dos Tecnicaturas: la más antigua y arraigada, Recreación, y otra más nueva, pero que se va consolidando, Pedagogía y Educación Social. ¿Cómo pensar estrategias comunes entre todas? ¿Es solo el lugar físico que habitamos lo que nos hace comunes, o hay algo más? Ese algo más, ¿qué es?

Creo que pensar desde los escenarios de intervención concreta puede ayudarnos a comenzar este mapa común. Por ejemplo, un centro cultural. ¿Qué problemas educativos los atraviesan? ¿Está aprovechada su dimensión lúdica? ¿El espacio cuenta con una estrategia de comunicación hacia sus integrantes y en relación con su comunidad? O quizás, pongámonos a pensar una política comunitaria de salud. ¿Ha pensado su modo de intervención en el espacio público? ¿Desde qué enfoque pedagógico diseñar materiales de sensibilización? ¿Existen medios radiales, audiovisuales, gráficos, digitales, o hay que crearlos?

Pensar en proyectos comunes puede ayudar a realizar intervenciones en y con la comunidad, a partir de iniciativas que vinculen lo educativo, lo recreativo y lo comunicacional, que en definitiva responden a objetivos similares: abrir espacios de participación, conocer y reconocer derechos, construir redes, acceder a políticas públicas, mejorar las condiciones de vida de la población, especialmente de los sectores populares.

Ahora bien, todo esto no sucede en el transcurso de los tres años que se supone que dura una carrera de educación superior. La vida pasa también por otros circuitos, otros itinerarios, que se complementan con los contenidos curriculares, las horas de prácticas, los actos de colación. De parte de los sujetos del aprendizaje, los propios estudiantes, pasa por tomar la iniciativa, por ejemplo:

• Acercándose a organizaciones de base y políticas públicas a colaborar en tareas de apoyo, partiendo de los saberes y experiencias en comunicación;

• Vinculándose a medios de comunicación social en sus diversas formas de gestión, escribiendo alguna nota en un periódico, haciendo una columna en un programa de radio, asistiendo en la producción de un audiovisual, armando un blog o un usuario de red social;

• Generando proyectos autogestivos, grupos que produzcan contenidos y se presenten a concursos, muestras, etc.,

Estas prácticas desbordan las paredes de las aulas, y es más: vuelven a darle sentido a muchos conceptos que sin ser anclados en la realidad concreta pueden ser difícil de procesar correctamente.

El desarrollo local: intervención, interacción, invención 

El escenario local es el espacio concreto donde confluyen los procesos de intervención desde la comunicación, en el cruce necesario con otras disciplinas. Lo local situado, contextualizado, en el marco de lógicas que lo atraviesan y lo tensionan, donde la canchita de fútbol se cruza con el Facebook, las rejas de la plaza con el Twitter, los patios de las escuelas con las compus del Conectar Igualdad y las risas de los pibes y las pibas con los micrófonos y parlantes de las radios comunitarias. Un desarrollo local que favorezca el encuentro, el trabajo en red, pero ya no para mejorar la vida comunitaria aislándola de la Asignación Universal por Hijo, de los itinerarios laborales que propone el Plan Progresar, o una pasantía de Entrenamiento Laboral. Un desarrollo local que ponga al sujeto /con derechos en el centro de las políticas, enmarcado en sus redes familiares, de pares e institucionales -y cuando no están, armándolas-, tejiendo lazos con las iniciativas públicas que abordan la salud, la educación, la cultura y todo lo demás, sin renunciar a pensar y actuar sobre lo común que es la verdadera raíz de lo comunicaciónal. Generar sentidos comunes, construir significados comunes, tender los puentes para el diálogo y afrontar colectivamente los desafíos que propone el contexto que nos toca vivir. 

Desarrollo local que tenga a la comunicación como una dimensión de sus proyectos transformadores, que “desenvuelva” -en su sinónimo de “desarrollar”- la trama de los conflictos sociales y culturales, para convertirlos en desafíos de abordaje desde la comunicación y la educación. Desarrollo local como ámbito de la interacción, del hacer con otros, un actuar reflexivo, pero hacer al fin. Una intervención con creación, con invención, animándose al arte, al juego, a poner el cuerpo, que es jugarse entero.


*Diego Jaimes es Lic. en Ciencias de la Comunicación y Docente de la UBA y Profesor de Prácticas I en la Tecnicatura en Comunicación Orientada al Desarrollo Local del ISTlyR. 

Mail: diegojaimes2008@gmail.com