Club Popular El Dari: una herramienta en la construcción de sujetos políticos

–Travesías–

Por Francisco Farina*

Hay tanta cosa útil que aprender, que no debe enseñarse al niño una sola palabra o dato inútil. Las escuelas del abecedario, dicho sea sin exageración, deben ser sustituidas por las escuelas de acto.

(José Martí)

El Club Popular El Dari es una expresión del Frente Popular Darío Santillán situada en la villa 21-24 del barrio de Barracas en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Comienza sus actividades en julio de 2014, pero su gestación se retrotrae, por lo menos, a fines de 2013 y sus raíces quién sabe hasta dónde.

La propuesta del Club, luego de transitar por diversos formatos y por mucho de “prueba y error”, se estructura en una dinámica diaria –de lunes a sábado– desde las 15hs hasta las 19hs; pero en realidad se trata de dos grupos de pibes y pibas que participan durante dos horas en el Club, de acuerdo a su horario escolar. Ambos grupos realizan una merienda compartida a las 17hs, que intenta perfilarse como el espacio asambleario de niñas, niños y educadores. En la actualidad1, cada día constituye una propuesta distinta que va desde el fortalecimiento de la trayectoria escolar en el “Proyecto Educativo”, así como talleres de recreación y fútbol, música y artes. Una pequeña aclaración que se deshilachará a lo largo del texto, consiste en entender a estos “talleres” como medios y no como fines, es decir: no buscamos mejorar la técnica en un instrumento musical especifico o dominar la técnica de la acuarela, sino que estas son herramientas para trabajar los valores que sostienen y construyen nuestra organización y nuestro horizonte político.

Pero para adentrarnos en el eje de nuestra práctica cotidiana y los Derechos Humanos, primero compartiremos una breve selección de fragmentos del texto “Manifiesto para un Club Popular”, donde expresamos nuestros horizontes y concepciones político-pedagógicas de cara al trabajo con niños, niñas y adolescentes.

La idea de Club no es arbitraria, ni ligada a la concepción actual (ligada a lo deportivo, cuando no competitivo y lucrativo) diseminada masivamente. Por el contrario retoma viejas tradiciones: 
Pero nada se crea: todo se reinventa, se reconfigura, y de allí que retomamos la idea de Club. El Club como figura ligada a la iniciativa que tuvieron nuestros abuelos: inmigrantes que diseminaron las ideas, las acciones y las instituciones socialistas y anarquistas por nuestro país a principios del siglo xx. Así poblaron de sociedades de fomento, de bibliotecas populares y de clubes de barrios las distintas ciudades; convencidos de aportar espacios donde compartir y crear esos otros nuevos mundos, ya para ese entonces, posibles y necesarios. Lugares donde transcurrieran nuevas sociabilidades, donde el conocimiento, la transformación y la acción fueran los pilares de proyecciones políticas emancipadoras; donde la construcción colectiva y la democracia participativa fueran las principales herramientas. Hoy tenemos el inquieto desafío de potenciar esa herencia.

En relación con lo anterior y como otro pilar de nuestra construcción, hacemos de la Educación Popular2 su interpretación-implementación política, más que metodológica; de aquí que la participación y protagonismo de los sujetos sea un factor constitutivo y determinante de nuestra práctica:
Los pibes y las pibas, quieren ser protagonistas de sus destinos, de las transformaciones que guardan potencialmente con ganas de estallar. Quieren, con ansias, discutir su presente y su futuro, y el de sus barrios junto con el resto de los vecinos. Así entendemos que canalizar toda esa energía y creatividad revolucionaria necesita, como en todos los ámbitos, de una herramienta acorde, que fogonee ese espíritu y que acompañe el recorrido de descubrimientos. Esa herramienta, creemos, debe ser un Club Popular: un espacio donde, como protagonistas de su destino, se eduquen y crezcan al calor del debate y de la lucha en su propio barrio.

La concepción de herramienta como modelo pero también como metodología de trabajo está arraigada en la esencia del espacio, de allí que: 
(…) presentamos el Club Popular como un espacio en construcción constante, siempre en un momento instituyente, creador y creativo. Pero, como tampoco somos promotores de falsos espontaneísmos, creemos que es tarea de los y las militantes aportar herramientas que potencien las iniciativas, que rompan los miedos y las imposiciones (de los pibes y pibas, pero los nuestros también).

Todo lo dicho anteriormente, refuerza una forma de trabajar y construir pero especialmente una concepción de la niñez, que creemos fundamental discutir:
El ejercicio de la discusión, resolución de problemas y toma de responsabilidades promovidas de forma grupal y colectiva refuerza al pibe y piba como un sujeto político3, capaz de gobernarse y de transformar la realidad y su realidad.

Por último, un aspecto esencial de nuestra experiencia es el vínculo orgánico del Club Popular El Dari con el Frente Popular Darío Santillán. Para nosotros y nosotras, es imperioso poder lograr la visualización de la relación intrínseca entra los trabajos sociales, sectoriales o reivindicativos con la lucha política, sistémica, integral. Por eso, es que:
(…) buscar márgenes de reforma sistémica en la propia estructura del capital es una contradicción en sí misma. Por eso es necesario romper con la lógica del capital si queremos considerar la posibilidad de crear una alternativa educacional significativamente diferente’4. Aquí, también, se desprende la certeza de concebir y construir un Club Popular de estas características, solo en el marco –y como parte constitutiva– de una organización política que se enmarque en una disputa política por la transformación radical de la realidad.

Es en este punto, la pertenencia a una organización política –en este caso al Frente Popular Darío Santillán–, donde encontramos el nexo fundamental hacia la expresión del eje de los Derechos Humanos como constitutivo de nuestra práctica-experiencia o mejor dicho nuestra praxis.

En una sociedad compartimentada, donde cada “derecho” o cada “sector” para ser reconocido deben tener una secretaría, un departamento o un ministerio en la estructura estatal, pensar los Derechos Humanos por fuera de esa estructura nos parece un genuino punto de partida. Sustanciales experiencias reivindicativas –el trabajo digno, pero también la alimentación–, los pedidos de justicia frente a la violación de los Derechos Humanos –en incontables muestras de solidaridad, pero especialmente la lucha por justicia en la Masacre de Avellaneda del 26 de junio de 2002–, y el horizonte emancipador y socialista –en su expresión de la construcción de un socialismo prefigurativo y desde abajo– conforman una porción amplia del abanico de luchas y horizontes compartidos en la organización. Todas estas aristas componen la visión más integral y acabada en el trabajo desde la perspectiva de Derechos Humanos.

En este sentido, pensar la práctica político-pedagógica del Club Popular El Dari desde la perspectiva de Derechos nos permite una visión más concreta e integral que –solamente– abordarla desde la niñez o la educación (en términos ministeriales o “desde arriba”). También hay una dificultad, cuando hablamos de Derechos Humanos, en sesgar o focalizar el eje en lo meramente reivindicativo, de los pedidos de justicia y no lograr construir una visión propositiva y anterior a los momentos de violación de Derechos. Quizá en esta cuestión es donde tenemos las mayores falencias como campo popular, pero también donde hacemos mayor hincapié desde el Club. En este sentido, los niños, niñas y adolescentes prácticamente están ausentes en la temática de Derechos Humanos. Y cuando presentes, oscilan entre visiones paternalistas que subestiman a la niñez y discursos demagógicos donde los pibes y las pibas solamente son portadores de diversas carencias. Ciertamente el hilo es muy fino cuando los protagonistas y sujetos del espacio transitan por la más variada vulneración de Derechos.

De esta forma, el presente texto cobra una forma invertida: lo que inicialmente relatamos como nuestros pilares, ahora se presentan como la práctica concreta y fundamentada de la visión integral, trasversal y constante en el eje de los Derechos Humanos: la concepción de las niñas, niños y adolescentes como sujetos protagonistas de sus destinos, es decir Sujetos Políticos; la educación popular; la herramienta como modelo y metodología; pensar el Club como un “espacio en construcción constante, siempre en un momento instituyente, creador y creativo”; y “donde transcurrieran nuevas sociabilidades”; donde se fomente el “ejercicio de la discusión, resolución de problemas y toma de responsabilidades” sea “de forma grupal y colectiva”; y por último un ámbito donde se entienda como parte de un mismo proceso “romper con la lógica del capital” y “crear una alternativa educacional significativamente diferente”.

Entonces, retomamos un fragmento del Manifiesto para intentar afinar las conclusiones de este escrito:
El Club Popular El Dari se enmarca en la construcción de nuevas institucionalidades que permitan dar disputas en todas las trincheras. Sostenemos y reafirmamos la necesidad de la prefiguración de una institución en el aquí y ahora como la soñamos que sea en el socialismo. Que desde algunas certezas como la manera de tomar decisiones y de auto-gobierno, hasta la difusión de valores de solidaridad, compañerismo, igualdad, sean los pilares donde se construyan espacios, subjetividades y colectivos revolucionarios, que cambien todo lo que deba ser cambiado. Ese es nuestro concepto de revolución y no hay edades para empezar.

El eje de los Derechos Humanos debe atravesar trasversalmente esta afirmación previa. Aquella sociedad nueva y futura, está conformada por nuestras prácticas cotidianas donde el ejercicio de una política cimentada en el respeto de los Derechos Humanos pueda ser diseminada y compartida al conjunto del barrio y la sociedad. El Club Popular El Dari quiere inscribirse en esta ruta, y fija en aquel horizonte su trabajo diario, desde abajo, con los pibes y las pibas de las barriadas populares. Es así que podemos unir las puntas de un mismo lazo, en la reivindicación del ejemplo militante de Darío Santillán y en el pedido de cárcel para los responsables políticos y materiales de la Masacre de Avellaneda; en la denuncia de del Terrorismo de Estado y en la reivindicación política de las y los 30.000 compañeros detenidos-desaparecidos. Esas banderas, las de Darío y la de las y los 30.000 de una sociedad nueva, son nuestra bandera, nuestros fundamentos y también nuestros anhelos.

Facebook del Club Popular
El Dari Texto completo del “Manifiesto para un Club Popular”

Videos:
Cierre de año 2014
Cierre de año 2015

Prensa:
Sur Capitalino: Club El Dari
La olla: “Los pibes y las pibas son sujetos transformadores”
Marcha Noticias: Multiplicar su ejemplo: pibes y pibas en la jornada por Darío y Maxi


Notas:

1. Desde el 2016, el Club Popular El Dari participa como centro de prácticas para las y los estudiantes del segundo año de la Tecnicatura en Pedagogía y Educación Social del ISTLyR.

2. No es nuestra intención plantear, o retomar los debates en torno a la educación popular, pero si sincerar nuestra interpretación. De esta forma compartimos la siguiente afirmación de Freire: “el Paulo Freire de hoy no puede concebir proyectos de educación popular que no sean comprendidos a la luz del conflicto de clase que se esté dando, clara u ocultamente en la sociedad. La educación popular se plantea, entonces, como un esfuerzo en el sentido de la movilización y de la organización de las clases populares con vistas a la creación de un poder popular”. La cita corresponde a la entrevista realizada por Rosa María Torres extraída del libro ¿Qué es la educación popular? Editorial Caminos. La Habana. 2012.

3. Más allá de considerar la figura, promovida desde las distintas legislaciones, del pibe/piba como un Sujeto de Derechos de formar positiva, la juzgamos como insuficiente. Por el contrario estamos convencidos de la necesidad de disputar la idea del niño, niña y adolescente como un Sujeto Político: transformador de su realidad.

4. Meszaros, Itsvan. La educación más allá del Capital. Buenos Aires: Siglo XXI, p. 23.

 


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